“Mis padres no tuvieron la oportunidad de estudiar, porque la infancia de ellos fue muy pobre, económica, social, culturalmente muy pobre, pero eso también le dio a mi papá la pauta para soñar en que yo pudiera estudiar”.
María Luisa Núñez Barojas, nos cuenta sobre ella, sobre su origen, su familia y su profesión.
María Luisa comparte su experiencia de haber sido madre autónoma a las 18 años de edad y cómo fue traer a su hijo, Juan de Dios, a este mundo.
“Así Juan de Dios, como un ratoncito, entonces me daba miedo tocarlo porque parecía que lo iba yo a desarmar”.
“Le gustaba mucho subirse a los árboles a cortar capulines, le gustaba mucho ir al cerro, caminar allá en el cerro de mi pueblo, a él le gustaba muchísimo esa parte, la disfrutaba y le gustaba desde chiquito, ya grande también, se iban a cazar conejos con sus amigos, le gustaba mucho la tranquilidad, la paz que creíamos que había”.
María Luisa nos cuenta de los primeros años de Juan de Dios asistiendo a la escuela y de las razones por las cuales prefería estar en el pueblo de su madre y sus abuelos que en la ciudad.
“Yo estaba muy enojada, decía cómo puede ser tan irresponsable, cómo no se pone a pensar que uno se preocupa, cómo puede ser tan irresponsable para no llegar a casa, sabiendo que una se preocupa por la situación que está pasando ahora, pero nunca me imaginé que no había sido irresponsabilidad de él, nunca me imaginé que no era, que se le había hecho fácil irse con los amigos, de fiesta, nunca pasó por mi cabeza que no dependía de él no haber llegado a casa, mucho menos pude pensar si quiera en una desaparición”.
María Luisa relata las primera horas y días de aquel 28 de abril de 2017 en que Juan de Dios fue desaparecido. Habla de la angustia y la desesperación, pero también comparte la esperanza que la movió a dejar de esperar que alguien fundara un colectivo de familiares de personas desaparecidas en Puebla que le ayudara, y decide que tal vez ella tiene que ser quien dé el primer paso, agrupando 14 familias en aquella primera manifestación afuera de fiscalía el 30 de agosto de 2018 hasta lo que son ahora, un colectivo que arropa aproximadamente a cien familias.
“Yo siempre decía, cuando Juan de Dios nació, me daba miedo porque no sabía que iba a hacer con un bebé, y yo me ponía a pensar a lo mejor vienes a esta vida porque traes una misión importante, hoy que digo esas palabras siento el jalón de cabellos, vuelvo a sentir como un hoyo en mi estómago, porque está muy cabrón que su misión hubiera sido esta, una forma fuerte, extrema, muy cabrona de pensar que su misión de Juan de Dios era la de generar que se levantara la voz por los desaparecidos en Puebla”.
El viernes 18 de febrero de 2022, el cuerpo de Juan de Dios fue entregado a su familia, quienes lo llevaron de vuelta al pueblo que amó, donde fue recibido con música de banda. María Luisa ha transformado el dolor y la rabia en fortaleza y esperanza, su amor por la vida y por las personas que la rodean la impulsan a seguir cada día, como ella dice, encontrando a Juan de Dios en cada desaparecido, porque Juan de Dios vino para permanecer, por siempre.
