La desaparición de mujeres como parte de la violencia feminicidaHistoria de seis casos en méxico

LORENA Y JESÚS, LOS PADRES.

Una zona boscosa y con una población no tan grande en donde las y los habitantes se conocen entre sí y viven tranquilamente, que es fría en invierno y tibia en verano, con árboles imponentes y maravillosos. Así es la comunidad de Lupita Casas Viejas, municipio de Lerma, Estado de México. En esta comunidad vivían Lorena Gutiérrez Rangel y Jesús Quintana junto con sus cuatro hijos, Omar, Jimena, Lupe, Fátima y Daniel. 

Durante más de 20 años, la familia Quintana Gutiérrez vivió tranquilamente en Lupita Casas Viejas. Toda la familia llevaba a cabo diversas actividades; Lorena tenía un taller de costura y a inicios de 2015 un pequeño puesto de comida, Jesús era chofer de una camioneta de transporte público. Sus hijos realizaban diferentes actividades, los mayores se dedicaban al hogar y a trabajar, mientras que Daniel y Fátima iban a la escuela.

FÁTIMA, LA NIÑA SOÑADORA Y AMANTE DE LA LITERATURA FANTÁSTICA

Fátima Varinia Quintana Gutiérrez nació cuando Lorena y Jesús ya no esperaban otro bebé, pero llenos de felicidad un 4 de junio del 2002 recibieron a la pequeña Fátima en el Estado de México. El hermano que va antes que ella, es mayor por 9 años, y con sus otros hermanos mayores hay 12 y 13 años de distancia. Cuenta su mamá que desde el primer momento todos quisieron a la nueva bebé.

Cuando Fátima nació la familia vivía en casa de los abuelitos paternos. Dos años después, nació Daniel, el hijo más pequeño. Fátima estaba completamente encantada con su nuevo hermanito, su “Memito”.

Fátima era una niña soñadora amante de novelas fantásticas como los Juegos del Hambre, Narnia, el Señor de los Anillos y Harry Potter. Era fan de la poesía, especialmente del poema a Margarita Debayle de Rubén Darío. Adoraba jugar con su hermano Dany en el majestuoso ocote fuera de su casa. Soñaba con convertirse en médico; quería curar todas las enfermedades y que sus papás siempre estuvieran con ella. “Los voy a curar a los dos y van a durar muchos años” dice Lorena sonriendo al recordar lo que su hija decía.  

Llegado el año 2015, Fátima era una joven adolescente de ojos oscuros, piel morena, cabello negro y lacio que iba a la secundaria.

EL CAMINO QUE NO LA LLEVÓ DE VUELTA A CASA.

La mañana del 5 de febrero del 2015, Fátima salió como todos los días para ir a la escuela. La secundaria pública a la que asistía se encontraba en la comunidad de Santa María Zolotepec, a sólo media hora de donde vivía. A veces, su papá, o alguno de sus hermanos iba por ella a la parada del autobús, pero otras veces ella volvía sola. El 5 de febrero fue uno de aquellos días en los que volvió sólo en compañía de una amiga. Caminaron juntas un tramo y luego cada quien se fue hacia su casa.

Lorena y Jesús se encontraban en casa esperando a que Fátima llegara para comer. Comenzaron a preocuparse al sentir que su hija había tardado, y en efecto, eran ya las 15:40 y Fátima nunca llegaba después de las 15:00. En ese momento y sin dudarlo, Jesús salió de la casa para ir a buscar a su hija. Detrás de él, salieron Lorena y Daniel. Se separaron y comenzaron a buscar por todos lados.   

La casa de la familia Quintana Gutiérrez se encuentra en la parte alta del cerro, y en las faldas de este está la carretera Toluca-Naucalpan, por donde llegaba Fátima todos los días después de la escuela. La última casa antes de una zona boscosa y la carretera, es la de los hermanos Atayde Reyes.

Jesús pasó enfrente de la casa de los hermanos Atayde y vio a José Juan Hernández Tecruceño “el Pelón”, quien no lo saludó a pesar de que siempre lo hacía. Jesús no le dio importancia. En su lugar, el hombre entró en la casa y cerró la puerta. La puerta del cuarto de abajo estaba abierta, y Jesús alcanzó a ver a Luis Ángel Atayde Reyes, con el pelo mojado. Jesús siguió caminando hasta llegar a la parada del camión, ahí se enteró por los vecinos que Fátima había pasado más temprano por el lugar.   

Mientras tanto, Lorena estaba parada enfrente de la casa de los Atayde Reyes, donde tanto Mizael como Luis Ángel negaron haber visto a Salma y Fátima pasar por sus casas. Daniel enseguida llegó con Salma, la amiga de Fátima, quien afirmó que llegaron juntas al pueblo y los hermanos si las habían visto porque cuando pasaron por su casa, les chiflaron. Salma dijo que hacía rato ya de eso y que Fátima se había ido a su casa. La adolescente les mostró el último lugar en donde había visto a su amiga: enfrente de la puerta de la casa de los hermanos Atayde Reyes. Para entonces, ya había varios vecinos ayudando con la búsqueda de Fátima que en ese momento creían “se la habían robado”. Lorena mandó a Daniel y a Salma a tocar las campanas de la iglesia para que todos los vecinos salieran a ayudar en la búsqueda.   

Siguiendo lo que Salma había dicho, Lorena bajó unos 5 metros por un declive donde al fondo se veía la carretera Naucalpan-Toluca. Al jalar una rama, vió la sudadera de Fátima, y cuando la tomó, vió gotas de sangre en la parte de enfrente de la prenda. Lorena corre de regreso al camino y grita que la ayuden a encontrar a su hija. Lorena le dice a su hija Jimena que la sudadera estaba en la vereda de atrás de la casa de los Atayde Reyes. 

Regresando a la esquina de la casa de los hermanos, Lorena alcanza a ver que uno de los Atayde iba sólo con un pantalón y chanclas. El sujeto al ver a la señora salió corriendo, lo que a Lorena le pareció sumamente extraño. Lorena, rápidamente se acercó a la puerta de la casa para chocar con Mizael cuando salía corriendo y le aventaba a Lorena la pesada mochila de Fátima. Lorena no pudo agarrar a Mizael, sólo alcanzó a ver que corría a la orilla del bosque seguido por José Juan. En ese momento, Lorena ya estaba segura de que los tres hombres sabían dónde estaba Fátima.  

En su búsqueda, Jesús llegó de nuevo a casa de los Atayde Reyes, en donde se encontró con Lorena, quien le contó todo lo sucedido hasta el momento. Jesús estaba discutiendo con Luis Ángel Atayde Reyes y sacaron de una tina ropa llena de sangre y lodo, lo que les hizo sospechar que se habían llevado a Fátima a algún lugar con lodo.

Lorena regresó al lugar donde había encontrado la sudadera y encontró un cuchillo lleno de sangre y el dinero de Fátima regado en el piso. Siguió y encontró más ropa y cosas,  al seguir bajando, alguien le dijo que había sangre en una zanja. Lorena vio pedazos de tierra rasguñados y sangre coagulada. En ese momento volteó a la carretera Naucalpan-Toluca y alcanzó a ver el tenis de Fátima, pero al ver fijamente, se dio cuenta de que no era sólo el zapato, sino también la calceta y piel. Daniel comenzó a gritar que veía la mano de Fátima saliendo de la tierra.

Después llegó la Cruz de Naucalpan y le dijeron a Lorena que lo sentían pero que ya nada podían hacer por la joven.

Ese fatídico jueves, Fátima había sido interceptada por tres sujetos a pocos metros de su casa. Esos hombres, entre los cuales se encontraba un menor de edad, torturaron, violaron y golpearon con piedras a la adolescente. Su joven cuerpo fue hallado sin vida en una zanja cubierto por hojarasca y una llanta cerca de su casa. Causa de muerte: trauma craneoencefálico.

Lorena perdió la noción del tiempo y luego de arrojar unas piedras a la autopista Naucalpan-Toluca,  se paró en medio de la vía y dijo que no se iba a mover hasta que le ayudaran porque acababan de matar a su hija. Un trailero se detuvo y cruzó su camión en la autopista, impidiendo así que los automóviles pasaran. La comunidad tenía a los 3 sospechosos, los estaban golpeando y los iban a linchar. Jesús y Lorena les pidieron que por favor los entregaran a la policía, y enseguida los subieron en una patrulla y se los llevaron detenidos. Los policías les dijeron a Jesús y Lorena que en la cárcel iban a pagar lo que habían hecho.

LA ARDUA Y PELIGROSA BÚSQUEDA POR LA JUSTICIA

Días después, el 23 de febrero de 2015,  en el tutelar Quinta del Bosque les dijeron a Jesús y Lorena que no existían suficientes elementos para acreditar la participación de Mizael Atayde en el feminicidio de Fátima, por lo que lo dejaron en libertad. Ante esto, la familia de Fátima, vecinos, amigos y personas solidarias bloquearon durante varias horas la carretera Naucalpan-Toluca. Exigían que se detuviera a Mizael por haber participado en el feminicidio de Fátima.

La familia comenzó a recibir amenazas verbales por parte de los familiares de los hermanos Atayde y de Hernández Tecruceño. Iban en camionetas  a su casa y gritaban cosas como “se los va a cargar la chingada” “esto no se va a quedar así” “los vamos a matar”. Lorena y Jesús comenzaron a temer por la vida de sus hijos y de ellos mismos, ya que las familias de los feminicidas eran conocidos en la comunidad por delincuentes.

Al denunciar ante la Procuraduría del Estado de México lo sucedido, les asignaron custodia domiciliaria por parte de la policía de Lerma las 24 horas del día, pero duró muy poco. En julio, la custodia les fue retirada; el presidente municipal de Lerma argumentaba que no tenían personal. Esto causó que las agresiones se intensificaran hasta llegar al punto de que balearon su casa y recibían amenazas telefónicas.

Debido al gran temor que sentía la familia, Lorena pidió ayuda con su caso a una organización de la sociedad civil. Desde dicha organización se enviaron oficios a la CEAVEM pidiendo medidas de protección eficaces para la familia debido a las amenazas y atentados vividos. Mientras esperaban, el proceso penal continuaba y Jesús y Lorena asistían a todas las audiencias, donde recibían amenazas y burlas por parte de las familias de los imputados.

Fue hasta el 5 de septiembre del 2015 cuando la CEAVEM les notificó que les brindaría apoyo para cambiar de domicilio e incluso solicitar asilo en otro país. Días después se mudaron al municipio de Xonacatlán en calidad de protegidos, pero a una casa en medio del campo en donde el botón de pánico no funcionaba y la señal de teléfono era mala. La CEAVEM tramitó los pasaportes de toda la familia con la intención de que pudieran pedir asilo como refugiados en otro país. La Comisión nunca hizo más por ayudarlos con este trámite, e incluso les dijeron que si les negaban el asilo en otro país, podían tomar esos días como unas vacaciones.  

A pesar de tener la calidad de protegidos, las amenazas continuaron. En la audiencia del 12 de octubre de 2016, Lorena recibió una amenaza directa de muerte por parte del padre de José Juan en presencia de servidores públicos.  También, en varias ocasiones, automóviles desconocidos se paraban afuera de la escuela de sus hijos. Una vez recibieron en la escuela de Daniel llamadas en las que preguntaban cosas raras sobre el joven, por lo que lo cambiaron de escuela. Personas de Lupita Casas Viejas les contaron que la familia Atayde y de José Juan decían: “más le vale nunca regresar, porque los van a matar.”

Posteriormente, el 8 de junio de 2017, se dicta sentencia absolutoria a José Juan Hernández Tecruceño y condenan a 73 años y 4 meses de prisión a Luis Ángel Atayde. En cuanto a la sentencia absolutoria, la CEAVEM presentó una apelación, la cual sólo confirmó la sentencia anterior. En septiembre del mismo año, se interpone un amparo en contra de la sentencia absolutoria. En octubre del 2017, la familia Quintana Gutiérrez comenzó a recibir asesoría y representación legal de otras organizaciones de la sociedad civil. Finalmente, en junio de ese mismo año, Misael Atayde es ingresado a un centro de internamiento por 5 años por ser menor de edad y obligado a pagar una reparación.

Finalmente y debido a las amenazas que ponían en riesgo inminente a la familia, en septiembre de 2017, fueron trasladados a Nuevo León. Ahí la CEAVEM les pagó la renta de una casa por un año, les entregó una mensualidad y cubrió los gastos para los traslados de Lorena y Jesús a Lerma donde las audiencias continuaban.

Estando desplazados en Monterrey, van a Ciudad de México para una marcha el 25 de noviembre de 2017. Ese día conocen a la abogada que les acompañaría a partir de ese momento y quien incansablemente lucharía a su lado por justicia. Un café y una charla cambiaron el rumbo de este caso. Una nueva asesoría y la revisión del caso a detalle fue lo que se necesitó para revisar el amparo, el cual estaba a 15 días de expirar. Si esto sucedía, Hernández Tecruceño se libraría y no habría justicia.

El amparo que había sido aceptado el 7 de septiembre de 2017, fue resuelto hasta el 29 de agosto de 2018. El Magistrado encargado de revisarlo resolvió que 8 videos presentados como pruebas fueran vistos nuevamente para acreditar su veracidad y fiabilidad.

El caso se llevó a los juzgados de Lerma y la primera audiencia tuvo lugar el 27 de septiembre de 2018,  donde ni José Juan ni su defensa se presentaron. El 5 de octubre volvieron a audiencia y el juez encargado del caso otorgó medida cautelar de prisión preventiva oficiosa. El acceso a la justicia aún era muy precario.

Durante todo el 2019 las investigaciones continuaron y los videos junto con peritajes especializados fueron aceptados. Se niegan a dos de los jueces que habían sido nombrados en el caso. Finalmente se propone a uno del que nadie se queja y es quien lleva el caso. Esto llevó parte del 2019 y todo el 2020. Mientras tanto, el Estado de México había dejado a la familia a la deriva y la entidad federativa en la que vivían no les ayudó.

Daniel estando muy enfermo fue llevado por sus padres a tres hospitales diferentes, en donde al joven estudiante de preparatoria no le brindaron atención médica. En el Hospital Universitario donde sin siquiera revisarlo, sin siquiera tocarlo, lo diagnostican con ansiedad. No le brindaron la atención médica que necesitaba a pesar de que él indicaba un gran dolor en la zona abdominal.  Finalmente, debido a una úlcera que nadie detectó, Daniel pierde la vida el 24 de noviembre de 2020, a causa de negligencia médica. El estado le arrebató a Lorena y a Jesús a un segundo hijo.  

Bajo las circunstancias descritas anteriormente, el caso de Fátima continúa y comienza la investigación por la muerte de Daniel. La familia fue trasladada a una casa de seguridad en territorio mexiquense. Continúan en medida de externamiento ya que es de alto riesgo que regresen a su casa en la Comunidad de Lupita Casas Viejas.

Finalmente el 12 de octubre de 2021, el Estado de México cumplió con su deber de brindar justicia a la familia Quintana Gutiérrez por el caso de Fátima. Hernández Tecruceño fue sentenciado a cárcel vitalicia. Se logra condenar a los tres implicados en el brutal asesinato de la adolescente.

Mizael, quien fuera menor de edad al momento de cometer el delito, fue dejado en libertad en mayo de 2022.

Al día de hoy Lorena y Jesús continúan su lucha, esperando medidas de reparación por el feminicidio de Fátima y peleando por justicia para Daniel. Para esta familia, no es opción dejar de exigir justicia para sus hijos, además acompañan con gran empatía y cariño a otras madres y padres que también han sentido el desgarrador dolor de que les arrebaten a sus hijos e hijas.