La desaparición de mujeres como parte de la violencia feminicidaHistoria de seis casos en méxico

Natali Carmona Hernández

Natali Carmona Hernández, nació el 23 de junio de 1987 en la Ciudad de México. Es la más pequeña y tercera hija de Aurelio Carmona y Aide Hernánez Ávila. La familia siempre ha vivido en San Lorenzo Tezonco, alcaldía Iztapalapa. A los 32 años, Natali, era una mujer de cabello negro y lacio, ojos grandes y un poco alargados en la parte de afuera, una nariz parecida a la de su mamá y siempre con una enorme sonrisa. Aidé dice sonriendo que tiene de los dos, se parece a ambos.

Siendo Natali la más pequeña de la familia, siempre fue súper consentida, dice Aide. “Recuerdo mucho que cuando se caía, no se levantaba hasta que la levantaban. Era la que tenía más atención por ser la más pequeña”. Además, cuentan sus papás que desde el kínder siempre fue inteligente y que de hecho, entró a la primaria sabiendo leer y sumar. Sus calificaciones hasta la secundaria fueron de 10, quería ser la mejor, incluso llegó a ser la abanderada.

Sus papás cuentan que se casó muy joven y dejó la secundaria. Conoció a quien se convertiría en su esposo a los 15 años y a los 16 se convirtió en mamá de una niña, luego tuvo también un niño. Fue una mamá joven y alegre. Aidé recuerda con una gran sonrisa que Natali era “la más alegre, la más escandalosa de mis tres hijos. Era una carcajada”. Además, siempre procuraba a sus papás. Aurelio y Aidé recuerdan que Natali siempre que los veía sin dinero los apoyaba. De hecho, cuando Aurelio enfermó, Natali solventó todos los gastos, les daba dinero para que no se quedaran sin comer cuando iban al hospital y estaba al pendiente de sus papás. Madre e hija iban al mercado juntas y Natali les compraba también cosas a sus papás.

Fue una mamá joven y alegre. Aidé recuerda con una gran sonrisa que Natali era “la más alegre, la más escandalosa de mis tres hijos. Era una carcajada”.

Desde muy pequeña le gustaba arreglarse y dice Aidé que era fanática de la ropa y los zapatos, siempre estaba muy arreglada y bien peinada. Siendo ya mamá, recuerda su familia, que cuando iba a recoger a los niños sabían que regresaba porque escuchaban sus tacones acercándose a la casa. Para esta joven, los zapatos de tacón no podían faltar; los usaba desde que se levantaba hasta que se acostaba. Al llegar a casa de sus papás tocaba la puerta de la casa de una forma particular, así que enseguida sabían que era Natali.  

Natali se dedicaba al hogar y a atender un café internet que su esposo le ayudó a poner. Tiempo después, su relación con el papá de sus hijos terminó. Trabajando en el café internet, uno de los vecinos de la colonia comenzó a acercarse a Natali. Empezaron a platicar y salir hasta que finalmente se hicieron pareja. El nuevo novio no le daba confianza a Aidé ni a Aurelio, lo que provocó que Natali se enojara con ellos. Durante un año Natali no les dirigió la palabra a sus papás, hasta que hicieron las paces. Un 10 de mayo Natali fue a la casa de sus papás, tocó y le pidió perdón por no haberles hablado.

Cabe mencionar que Natali y Víctor vivían juntos en casa de él, mientras que los hijos de ella vivían con los abuelos maternos. Aidé cuenta que todos los días Natali iba a ver a sus hijos y estar con ellos. Pasado un tiempo, Aidé le preguntaba a su hija si no se arrepentía de haber dejado todo por Víctor, a lo que ella respondía: “no madre no, yo soy feliz con Víctor. No sabes de las atenciones; me preparaba mi desayuno y me atiende”. Sus papás recuerdan que cuando se juntó con Víctor, dejó a sus hijos, el negocio, el coche… “Dejó todo por nada”, recuerda con un triste semblante Aurelio.

Víctor y Natali llevaban tres años siendo pareja, cuando un domingo van juntos a Puebla. Natali pasó a ver a sus papás y a sus hijos por la mañana y fue cuando le dijo a su mamá que saldría con Víctor, que lo iba a acompañar a Puebla a hacer unos mandados. La hija mayor de Natali quería ir con ellos, pero terminó por quedarse con sus abuelos en casa. Aurelio y Aidé no lo sabían, pero agradecerían esa decisión por siempre.  La pareja salió de Iztapalapa rumbo a Puebla en un coche Honda que a Víctor le había prestado una de sus hermanas.

El día pasó de forma normal, pero cuando dieron las 17:00 del mismo domingo y Natali no volvió a casa, sus papás comenzaron a preocuparse. Marcaban al celular de Víctor, pero no contestaban, aún así siguieron insistiendo. Cabe mencionar que la pareja sólo llevaba el celular de Víctor porque Natali solía dejarle el suyo a su hija para que se comunicara. Sin dudarlo, Aurelio y Aidé comenzaron a buscarla. Esa misma tarde van a Tlaxcala junto con las hermanas de Víctor, porque les dicen que ahí puede que los tengan detenidos. Al llegar, no había nadie detenido. En ese momento se dan cuenta de que están desaparecidos.

LA BÚSQUEDA

El domingo 27 de enero del 2019, fue la última vez que Aurelio y Aidé vieron a su hija menor. Enseguida y sin pensarlo dos veces, la familia de Natali comenzó a pegar volantes con una foto de Natali y Víctor por toda la colonia y lugares cercanos, incluso mandaron a hacer unas lonas para pegar en los puentes y publicaron en redes sociales. Aidé cuenta que veía que la familia de Víctor quitaba los carteles, lo cual le pareció raro, así que decidió pegar carteles que solo tuvieran la foto de su hija. Le preguntaban a la familia de Víctor si sabían algo, pero no mostraban interés en encontrarlo, por lo que la familia de Natali comenzó la búsqueda sola. Aidé pensaba “Me estoy muriendo porque no encuentro a mi hija, y ellos no hacen nada. De verdad no entiendo

La denuncia formal por desaparición la levantó la familia de Natali en FIPEDE en la Ciudad de México el 29 de enero de 2019. La carpeta fue abierta por desaparición forzada cometida por particulares. Antes, el día en que no regresaron, Aidé ya había marcado a Locatel sin obtener mucha ayuda. Debido a que no se sabe con exactitud dónde ni en qué momento desaparecen, la búsqueda se fue complicando. No sabían si era obligación de Puebla o de CDMX encargarse del caso, aunque la carpeta inició en CDMX. Las autoridades no ponen en marcha el Protocolo Alba. 

A pesar de que Natali y Víctor desaparecieron juntos, las autoridades nunca investigaron a sus familias y amigos para descartar que no haya alguna persona involucrada que sea cercana a ellos. Tampoco interrogaron a nadie para ver si sabían algo sobre el viaje.

Un mes después de la desaparición, el cuerpo de Víctor fue encontrado en un campo de cultivo pegado a la carretera. El hallazgo se dio en Huejotzingo, Puebla, en una zona de alta incidencia delictiva. Aidé menciona que cuando encontraron el cuerpo de Víctor, a ellos nunca les dejaron verlo. No estaban completamente seguros de que fuera el novio de Natali, por lo que comenzaron a pensar que a lo mejor su hija estaba en una red de trata.

Mientras tanto, la investigación para hallar a Natali se retrasaba. No había una línea clara de investigación, pero a estas alturas, los padres de la joven ya sabían que tenía que estar en Puebla porque era ahí en donde habían encontrado el cuerpo de Víctor. La carpeta fue enviada a Puebla sin informarle a la familia de Natali, además tardó muchos meses y fue una pérdida de tiempo, ya que la entidad nunca llevó a cabo ninguna búsqueda. La familia de Natali tuvo que pedir un préstamo en Coppel para solventar los gastos de ir a Puebla y de buscarla como podían. 

Puebla constantemente decía que Natali no estaba ahí y CDMX se había declarado incompetente. El caso detenido y la carpeta de un lado al otro, lo único que hacían era retrasar la búsqueda, por lo que Aidé decide levantar dos denuncias: una en la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México y la otra en la Comisión de Derechos Humanos de Puebla. En CDMX concluyen que no se violó ningún proceso y en Puebla no sucede nada porque para la ratificación, a Aidé le avisan un día antes, por lo que no pudo ir.

Aidé cuenta que el primer año fue tremendo. Ellos eran comerciantes y cuando sucede la desaparición, Aidé trabajaba en la cocina de una parroquia. Se quedó sin trabajo debido a que constantemente pedía permisos y faltaba mucho por las acciones de búsqueda. La familia comenzó a batallar mucho porque tampoco recibían ayuda de las instituciones de gobierno. A Aidé le molestaba que la carpeta de Natali dijera extraviada, porque no se extravió, la desaparecieron. 

Natali Carmona Hernández

La diligencia en la casa de Natali para ver si ahí encontraban algún indicio, se hizo hasta un año después de la desaparición, a pesar de la insistencia de la familia. Cabe mencionar que años atrás, Victor había sacado a una hermana del cuarto en el que vivía, que era de él, para meter a Natali a vivir. El informe que resultó de esa supuesta diligencia, constaba de solo tres fotos: la entrada de la casa, las escaleras y el cuarto. Aidé recuerda que cuando Natali desapareció la familia había decidido no sacar las cosas de Natali del cuarto hasta que se hiciera una diligencia por un perito. Después de un año obviamente no encontraron nada, ahí ya no había indicios que pudieran ayudar, pero si habían sucedido cosas extrañas.

Un año atrás, la hija de Natali había sacado las cosas a petición de la mamá de Víctor porque en el lugar iba a entrar a vivir alguien más. Cuentan que cuando llegaron por las cosas, estas ya estaban empaquetadas en bolsas de plástico, y sólo habían pasado unos días desde la desaparición. Aidé siempre se ha preguntado ¿por qué la mamá de Víctor empaquetó la ropa de mi hija, acaso ella sabía que no iban a regresar? A pesar de esto, las autoridades nunca han interrogado a la mamá de Víctor. La ropa de Víctor tampoco estaba ya en la casa. Saben que Natali estuvo en la casa antes de irse porque dejó unos tenis que se había llevado de casa de sus papás para lavarlos.

La carpeta de investigación estuvo un tiempo importante en Puebla, donde no hubo actividad procesal y no se llevaron a cabo acciones de búsqueda. Es hasta 2021 cuando la investigación vuelve a CDMX. A pesar de haber llegado a ciegas con autoridades indolentes, nunca desistieron. Llegaron sin saber nada y tuvieron que ir aprendiendo porque son “autoridades nefastas y gente indolente que no te dice qué tienes que hacer”. “Si no aprendes, tu caso se queda estancado. Si no estás detrás de ellos insistiendo, el caso no avanza”. Aidé constantemente les decía a los funcionarios que si ella tenía que hacer su trabajo, sin problema lo hacía. Aidé busca el acompañamiento y va, pero siempre dijo que si algo le pasaba a ella o a su familia por hacer una diligencia que le tocaba a la fiscalía de desaparecidos, iba a ser responsabilidad de las autoridades.

Un día Aidé llegó a hacer una diligencia en la Fiscalía de Desaparecidos capitalina, le dicen que no hay quien la pueda atender, y le preguntan por el joven que iba con ella. Una vez que el acompañante se identifica, todos los que no estaban, casualmente ya estaban. Hasta el fiscal de desaparecidos a quien Aidé sólo había visto una vez apareció. Todo debido a que el acompañante de Aidé es una persona de ONU. “que milagro fiscal, en tres años, segunda vez que nos vemos” cuenta Aidé con sarcasmo. “Tienes que ir acompañada si no, no te hacen caso”, afirman los padres de Natali.

CUARENTA CENTÍMETROS MÁS ABAJO

Tres años después de una intensa búsqueda, omisiones y muchos obstáculos, la familia encuentra a Natali en una fosa clandestina en Huejotzingo Puebla, el 15 de febrero de 2022. Resulta que el cuerpo de Natali estaba en el mismo sitio, en el mismo punto en donde Víctor había sido encontrado tres años atrás, sólo que 40 centímetros más abajo. Cabe mencionar que en el lugar se habían realizado antes dos búsquedas sin obtener resultados, pero gracias a la insistencia de la familia se pudo encontrar a Natali. Era de hecho la última búsqueda que las autoridades iban a hacer en la parcela donde Víctor había sido encontrado años atrás. Gracias a información obtenida por diversas fuentes, supieron en donde excavar.

Las personas de la zona le dijeron a Aidé que había sido un milagro que hubieran encontrado a Natali porque: “el tractor tiene cuchillas y pasó por aquí hace tres años. ¿Se imagina usted cuántos cuerpos no se ha llevado el tractor?”. Para poder hacer este hallazgo, la Comisión de Búsqueda de CDMX tuvo que comprar el pedazo de parcela.

Fueron encontrados en una zona de alta incidencia delictiva dentro de la ruta de comercio de autopartes. Además, ambos cuerpos mostraban señales de violencia, mutilación y señales de arma de fuego. La familia pudo darle una sepultura digna a Natali en compañía de toda su familia; pero cuando estaban en el velorio, llegaron autoridades de la CDMX a entregar restos que “habían olvidado poner con el resto del cuerpo”, interrumpiendo de una forma indignante la ceremonia de despedida de Natali.

Aidé dice: “Seguimos buscando justicia que ojalá llegue pronto. Estamos empapados de autoridades negligentes, omisas, revictimizantes. Al final esperamos que haya justicia”. El caso de Natali acaba de ser tomado por FGR, y están esperando que declaren el asesinato de Natali como feminicidio, ya todo indica que fue una muerte violenta. “Tengo que echarle para adelante porque como dice mi esposa, aún falta un buen pedazo por recorrer. Que esto no quede impune” afirma Aurelio.

La exigencia de justicia de la familia continúa. Los padres de Natali, en sus 40 años de casados, día con día se acompañan y se dan fuerzas en este difícil y doloroso camino.